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domingo, 29 de agosto de 2010

Autoliderazgo

Para el líder, el disponer de una visión vital equivale a la brújula del navegante. Lo fundamental en la visión vital del líder es observar su inclinación, su énfasis entre el tener y el ser.

Cualquier visión puede ser válida si puede ser transformada en beneficios para la existencia, para la vida misma. Esta visión vital está basada en los principios y valores personales profundos y a veces inconscientes.

Para vivir una vida plena a nivel personal y satisfacer la visión vital, es necesaria la transformación permanente de uno mismo y, paradójicamente al mismo tiempo, poseer una alta internalización de principios y valores trascendentales que son permanentes.

El líder excelente se hace, se construye a sí mismo, es como una obra artística. Cuando la esencia del líder se fundamenta en un sustrato de valores y principios simplemente humanos, se desarrolla una proyección con sentido de la vida y profundas satisfacciones.

El liderazgo es como la belleza: difícil de definir pero fácil de reconocer si uno lo ve. ¿Cómo llegar a ser líder? ¿Cómo una persona se convierte en dirigente de otros? Casi todos tenemos la capacidad de liderazgo. En efecto, casi todos podemos señalar alguna experiencia de liderazgo en la vida.

En realidad, el proceso de convertirse en líder es más parecido a la realización de una obra artística que al cumplimiento sistemático de un método con una docena de pasos a seguir, o el practicar teorías.

La realidad de convertirse en un líder es más bien similar a la realidad de convertirse en persona. El proceso de convertirse en persona y el proceso de convertirse en líder van de la mano. La esencia del liderazgo es la autoexpresión libre y total de mi yo integral. La esencia de convertirse en persona es ser la persona que realmente quiero ser.

Un líder integral simboliza en forma completa a quien se ha autoexplorado y lo sigue haciendo, conoce sus fortalezas y puntos a mejorar, sabe lo que quiere y lo comunica entusiasmado a otros para que lo apoyen y finalmente sabe como alcanzar sus metas.

En el fondo, el arte de llegar a ser líder es el arte de ser uno mismo. Así de simple y así de complejo, paradójicamente. Al líder le compete un papel predominante en crear un ambiente que exprese los valores y principios, que a su vez facilite en las personas la búsqueda de objetivos dignos de sus mejores esfuerzos.

Definitivamente el líder se inventa a sí mismo, porque cada persona es única, y su proceso personal evolutivo es único y autodirigido. El arte de convertirse en uno mismo, en persona, es el arte de convertirse en líder. Visualiza un bloque de mármol amorfo e imagina cómo cada quien, con cincel y martillo, a cada golpe esculpe su obra de transformarse en persona y en líder.

Convertirse en líder es escribir su propia vida, es convertirse en uno mismo, auténtico, espontáneo, natural, sin máscaras, es vivir con el flujo natural de la energía propia, la que nace muy internamente y nos acompaña donde se desee andar sin parar, itinerando por los escenarios donde pueda ser útil al hombre humano.

Un ilustrativo cuento de A. Melo, nos induce a reflexionar muy profundamente sobre el autoliderazgo.

"Un hombre encontró un huevo de águila y lo puso en el nido de una gallina, en un corral. El aguilucho fue incubado junto con la nidada de polluelos, y creció con ellos.

Toda su vida el águila hizo lo que hacían los pollos del corral, creyendo que era uno de ellos. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos. Piaba y cacareaba. Y movía las alas y volaba unos pocos metros.

Pasaron los años y el águila envejeció. Un día vio un ave magnífica volando por encima de ella, en el cielo sin nubes. Se deslizaba con graciosa majestad entre las poderosas corrientes de aire, moviendo sus fuertes alas doradas.

La vieja águila miraba hacia arriba con asombro.

– ¿Quién es ése? –peguntó.

– Es el águila, el rey de las aves –le dijo su vecino–. El pertenece al cielo. Nosotros pertenecemos a la tierra; somos pollos.

Así, el águila vivió y murió como un pollo, porque creía que era un pollo".

Cuántos gerentes, supervisores u otras personas son colocadas (le dicen ascensos) en puestos de mando y no se dan cuenta del rol fundamental de liderazgo en esas posiciones. Los incuba una empresa-gallina que los cría, desarrolla y jubila como jefes-pollo, sin entender que son lideres-águilas. No descubren que el destino no está escrito, lo escribimos cuando desarrollamos la capacidad de asombro, al sorprendernos sabiendo que podemos ser los arquitectos de nuestro destino. La autorrealización depende de nosotros en la dinámica de gestión congruente entre el saber, el sentir y el hacer.

El autoliderazgo parte de un darse cuenta de quién soy, de ese conocimiento profundo del yo interior. Con esta base del conocernos, podemos saber qué necesitamos para ser lo que deseamos lograr como seres humanos, en un universo a nuestra disposición.

El liderazgo no se decreta, se alcanza por mérito propio cuando se satisfacen las necesidades de los seguidores. Para poder satisfacer a otras personas debemos estar satisfechos con nosotros mismos. No podemos dar lo que no tenemos. Para transformar debemos transformarnos constantemente, buscando incansablemente la perfectibilidad como seres, es hacer reingeniería continua del pensamiento.

El gran Confucio escribió en El Gran Aprendizaje: "Los ancianos que desean mostrar al mundo sus caracteres refinados, primero deben ordenar sus estados. Aquellos que desean ordenar sus estados deberían primero regular sus hogares. Aquellos que desean regular sus hogares, deberían primero cultivar su persona. Aquellos que desean cultivar su persona, primero rectificarían sus mentes. Aquellos que querían rectificar sus mentes, primero buscarían la sinceridad de sus voluntades. Aquellos que buscaban la sinceridad de sus voluntades, primero ampliarán sus conocimientos. La ampliación de los conocimientos depende de la investigación de las cosas. Cuando se investigan las cosas, el conocimiento se amplía, cuando el conocimiento se amplía, se adquiere la seguridad de la voluntad; cuando se adquiere la seguridad de la voluntad, la mente se rectifica; cuando la mente se rectifica, se cultiva la persona".

El autoliderazgo es cultivar la persona, es encontrarse. Quien nunca se ha sentido perdido no encontrará caminos nuevos. Browin afirmaba: "Cuando la lucha de un hombre comienza dentro de sí, ese hombre vale algo". La grandeza, lo valioso de la humanidad, está dentro de cada ser. Buscamos explicaciones en el exterior infinito y no nos damos cuenta que las explicaciones están dentro de nosotros.

El verdadero, autentico y original líder surge del interior del ser y se proyecta hacia el exterior social, es como tener dos mitades unidas por un puente donde fluye la energía del líder autodirigido por su deseo de servir y trascender más allá de cualquier sueño imposible.

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Tarcisio Lisio



LIDERAZGO

Tomado del Nacional revista Todo en Domingo Sección Alquimia De Paulo Coelho 29/08/2010.


La importancia del Foco
Tiro con arco El yogui Raman era un verdadero maestro en el arte del arco y la flecha. Cierta mañana, invitó a su discípulo más querido a presenciar una demostración de su talento. El discípulo ya había visto aquello más de cien veces, pero, de todas formas, obedeció a su maestro.

Se dirigieron al bosque que había junto al monasterio. Al llegar frente a un viejo roble, Raman tomó una de las flores que llevaba en el collar, y la puso en una de las ramas del árbol.

A continuación, abrió su alforja y extrajo tres objetos: un magnífico arco de madera preciosa, una flecha y un pañuelo blanco con bordados de color lila.

El yogui entonces se situó a cien pasos del árbol, se volvió hacia su blanco, y le pidió al discípulo que le vendase los ojos con el pañuelo.

El discípulo hizo lo que el maestro le había ordenado.

-¿Cuántas veces me has visto practicar el noble y antiguo deporte del arco y la flecha? preguntó.

-Todos los días- respondió el discípulo-. Y siempre lo vi acertar la rosa, a una distancia de trescientos pasos.

Con los ojos cubiertos por el pañuelo, el yogui Raman tomó posición, estiró el arco con toda su energía y, apuntando hacia la rosa colocada en una de las ramas del roble, disparó.

La flecha cortó el aire, provocando un silbido agudo, pero sin dar en el árbol, fallando por una distancia vergonzosa.

-¿Le he dado?- dijo Raman, quitándose el pañuelo que le cubría los ojos.

-No. Ha fallado el tiro, y por bastante- respondió el discípulo -. Pensaba que iba a mostrarme el poder del pensamiento, y su capacidad para hacer magia.

-Te voy a dar la lección más importante sobre el poder del pensamiento respondió Raman-.

Cuando quieras una cosa, concéntrate sólo en ella: nadie jamás será capaz de dar en un blanco que no consigue ver.